Creo que no sorprendo a nadie si afirmo que, en el caso de la adopción como algo cotidiano del libro electrónico hay una gran resistencia que no hemos visto, por ejemplo, con los soportes digitales de la música o el cine; soportes que cambian a una velocidad vertiginosa.
Las causas son múltiples, y van desde lo insólitamente perfecto que es un libro impreso para cumplir su función, hasta la falta de confianza de algunos lectores, pero sobre todo se debe a las reticencias de la industria editorial, tanto grandes como pequeños diría yo, que ven en el libro electrónico un enemigo, cuando solo es un formato de lectura más. Entiendo que hay problemas, como el de la piratería, que existe, aunque siempre se sobredimensione, que crean incertidumbre sobre los modelos de negocio en torno al libro electrónico, una vez que (casi) todos tenemos claro que el DRM más que una solución era otro problema.
Pero, ¿por qué casi nunca se habla de las ventajas del libro electrónico?, porque existen, y de variada naturaleza. Existen ventajas para los lectores, como el hecho de llevar cientos de lecturas en un solo dispositivo; existen ventajas, aunque parezca mentira, para la industria editorial, como la eliminación de excedentes, de invendidos, y lo sencillo que, en teoría, es distribuir tus textos por todo el mundo; y existen lo que yo llamaría ventajas para la sociedad, como el caso que hoy os traigo.
He encontrado la información sobre el Braibook en lo que parece ser la web de un concurso de emprendedores, en el que el proyecto ha obtenido una ayuda para salir adelante. En dicha web lo definen como un libro electrónico para personas ciegas. Yo me he decantado por una palabra mucho más genérica, dispositivo, ya que este aparato se aleja mucho de la típica idea que nos viene a la mente al pensar en un lector electrónico. No tiene pantalla, ni de tinta electrónica ni de otro tipo, ya que su función es, como explican en el vídeo, traducir de cualquier formato al braille.
De todas formas, ya hemos hablado en alguna ocasión de que una función tan sencilla como la que en los lectores electrónicos permite cambiar a nuestro antojo el tamaño y el tipo de letra, tiene considerables ventajas no solo para personas con problemas leves de visión, también para lectores con dislexia.
¿Por qué no hablamos un poquito más de estas cosas?
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