jueves, 25 de junio de 2015

El pago por página de Amazon

Una de las noticias bomba de la semana en el vecindario de la edición es la decisión de Amazon de empezar a pagar a los autores por páginas leídas en lugar de por descarga. El titular es ciertamente impactante, y he podido leer artículos y comentarios que directamente ponen el grito en el cielo en nombre de los autores y del efecto que tamaña decisión tendrá en la Literatura, así con mayúsculas. Que si los pobres no van a ver ni un duro por lo que escriben, que si a partir de ahora solo vamos a poder leer obras larguísimas plagadas cliffhangers, para que nos hagan seguir leyendo sí o sí. Reconozco que mi mente de editora ingenua se lleva las (imaginarias) manos a la cabeza cuando piensa en autores o editores escribiendo o publicando con la vista puesta en cómo van a ser remunerados, pero esa es otra discusión para otro momento.

Es importante puntualizar que esta nueva forma de remuneración afecta a los libros que se lean en el sistema de suscripción de Amazon, Kindle Unlimited, y esto, en mi opinión no es una distinción banal. Aunque obviamente a estas alturas aún no sabemos si Amazon querrá extender este nuevo tipo de pago a todos los libros vendidos/prestados/leídos a través de su plataforma (lo que, en principio, dudo), en mi opinión tiene sentido que no se pague igual por un libro que simplemente se ha ojeado (u hojeado) que por el que se ha leído de cabo a rabo, dentro de un modelo de negocio de suscripción. Entiendo que alguien que paga una cuota fija mensual por leer tanto como quiera, y con un tiempo limitado para dedicarle a la lectura, es probable que no persevere si empieza un libro y en seguida se da cuenta de que no le gusta (aunque, por supuesto, esto es una generalización, hábitos lectores hay tantos como los mismos lectores). De hecho, Amazon ni siquiera es el primero en aplicar un sistema de retribución semejante, 24symbols empezó su andadura pagando a los editores así y pasando luego a un modelo club, es decir, como una descarga completa cada vez que un lector (suscriptor) pasa del 10% del libro, como bien explica Bernat Ruiz en su serie sobre la empresa española de lectura por suscripción.

No quiero entrar en el debate de cuál de los dos modelos favorece más al autor o a las editoriales, creo que es demasiado complejo y con un buen número de factores a tener en cuenta que pueden desviar la balanza hacia uno u otro lado en cada caso particular, y me niego a valorarlo en función del número de páginas o el género de los libros. En cualquier caso, tengo claro que la introducción de nuevas formas de lectura conlleva una revisión de las formas de pago, de los lectores a las librerías o plataformas, y de estas a las editoriales y autores, y este de Amazon no es más, en mi opinión, que un paso más para ir ajustándose a los nuevos modelos.

Al igual que la edición digital significó un aumento en el porcentaje de las regalías de los autores, los modelos de suscripción requieren de su particular sistema de pagos, que aún tendrá que ajustarse y evolucionar.

viernes, 19 de junio de 2015

¡Hostia, un libro electrónico!

Pido perdón, en primer lugar, a los creadores del evento ¡Hostia un libro! que va a tener lugar mañana en Madrid, por haber manipulado ligeramente su nombre, pero bueno, lo hago para agradecerles algo, así que no creo que se molesten.

Pero vayamos por partes, ¿qué es esto? Pues como ellos mismos indican en su web:
‘El increíble HUL’ es un festival al aire libre, dedicado a la microedición y edición independiente combinado con una exhibición de roller derby.
Y se va a celebrar mañana día 20 en el Campo de La Cebada, ( La Latina), en Madrid. Aclarar que el año pasado la exhibición fue de lucha libre, con lo que el nombre del evento era aún más definitorio de lo que alli se podían encontrar los visitantes. Y quería darles las gracias por, en primer lugar, organizar un evento tan original, aunque a mí me pille tan lejos. 

Y en segundo lugar porque no ponen, a diferencia de algunos eventos mucho más importantes, puertas al campo, y en su listado de participantes, entre las editoriales (y fanzines, también son microedición), me encuentro a gente conocida, como por ejemplo, Editorial Fantasía, la pequeña editorial que ha puesto en marcha la gente de la Escuela de Fantasía, o Fata Libelli, otra pequeña editorial centrada en la fantasía y la ciencia-ficción.

Conozco a los responsables de ambas, y he de decir que mientras en Editorial Fantasía han apostado por el papel, en Fata Libelli lo han hecho por ser digitales, como sinerrata, y me alegra ver que ambas tienen cabida, junto a muchísima más gente en un mismo evento.

Y con esto espero que quede explicado el titular. No faltéis, a ver si otro año podemos estar también nosotros.

jueves, 11 de junio de 2015

Librerías, lectores digitales y puntos en común


Esta semana he tenido la suerte de poder leer un par de estudios sobre los hábitos de los lectores: la encuesta a los usuarios de las librerías, realizada por el Laboratorio de ideas sobre el libro, y la radiografía del lector digital publicada por la plataforma de lectura en la nube Nubico. Digo suerte porque, tal como enfatiza Arantxa Mellado en este artículo en Actualidad Editorial, con el que coincido, en nuestro país estamos muy escasos de este tipo de estadísticas e informes.

En el primero, sobre los usuarios de las librerías, me llama la atención que lo que más valoran los encuestados sobre sus visitas a las librerías es la posibilidad de ver y tocar los libros. No quiero decir que me sorprenda, ni mucho menos, sino que me ha parecido relevante que sea necesario resaltar esa característica en una realidad en la que muchos libros, sean impresos o digitales, ya se compran en librerías online. También me ha parecido interesante que los usuarios de librerías pongan en último lugar en este apartado las actividades complementarias que se puedan desarrollar en estos establecimientos, dando todo el protagonismo a los libros, aunque creo que este aspecto no es del todo extrapolable porque la encuesta se ha realizado entre lo que parece son clientes habituales de las librerías y quizá sean los visitantes menos asiduos los que puedan estar más interesados en otro tipo de actividades secundarias. Que, en mi opinión, pueden servir también para atraer precisamente a esos clientes a las librerías.

Pero lo que realmente me ha sorprendido positivamente es que uno de cada cuatro clientes, presuntamente habituales, pide libros electrónicos a su librero. Y aquí voy a hacer una interpretación muy libre de los datos: creo que los lectores intensivos, esos que van frecuentemente a las librerías y confían en su librero de cabecera, leen en papel y en digital y quieren encontrar ambos formatos en su centro de referencia.

En cuanto al segundo, sobre los hábitos lectores de los suscriptores de Nubico, me ha encantado comprobar que, como ya habían adelantado algunos estudios anglosajones, los lectores digitales leen de forma habitual. Una hora diaria, según sus datos, más incluso durante el fin de semana.

Como lectora digital y visitante asidua de las librerías, aspiro a leer tanto como pueda, en el formato que mejor me convenga en cada momento, y poder comprar, también en el formato que sea, en mi librería preferida. Me gustaría que, en lugar de ese discurso de confrontación con el que ya sabéis no estoy en absoluto de acuerdo, nos esforzáramos por encontrar puntos en común: los libros y la lectura.

jueves, 4 de junio de 2015

Sobreabundancia frente a bibliodiversidad


El hecho de que en España se publica demasiado es algo que ya hace tiempo que escuchamos, y con lo que creo que todos estaremos de acuerdo. Tradicionalmente, las grandes editoriales adoptaron la estrategia de inundar las librerías con su novedades y así copar cualquier rincón visible de las mesas y los escaparates, desterrando los títulos de la competencia. La víctima directa de esta táctica es la bibliodiversidad y las perdedoras las pequeñas editoriales, que no pueden (ni quieren, añadiría yo) competir al peso y cuyos pocos títulos nuevos difícilmente obtienen alguna visibilidad.

Es cierto que con estos años de crisis y de caída sostenida en las ventas de libros, el cinturón de los recortes también ha llegado a las editoriales y, empezando por las grandes, se ha empezado a reducir el número de novedades que se publican. Sin embargo, con la llegada de la edición digital, los escaparates digitales están ahora más llenos que nunca gracias a una nueva hornada de pequeñas editoriales y autores autopublicados, lo que ha generado también un nuevo set de retos resumidos en un también nuevo término: la encontrabilidad.

Pero mi intención con esta entrada no es reflexionar sobre este término, del que ya hemos hablado aquí mismo en otras ocasiones, sino de cómo el libro digital ha hecho maravillas por la bibliodiversidad, facilitando el acceso a autores y editores a la publicación, aunque a la vez la afecta por la sobreabundancia de nuevos títulos que llegan a las librerías online y que amenazan con no dejarnos ver el bosque.

Todo esto surge gracias a un artículo sobre una de las ponencias en la conferencia de este año del IDPF Digital Book, sobre la curación de contenidos [en inglés]. Según el artículo, esta curación, o selección, es verdaderamente importante para las editoriales, porque permite que nuestros libros sean visibles en un grupo más limitado de títulos, pero también para los lectores, que de otra manera se ven abrumados por una oferta cada vez más ingente. Y hasta aquí coincido plenamente, pero me preocupa especialmente quién y cómo se encarga de esta selección, para que se pueda proteger la bibliodiversidad. Y es que si nos regimos por los criterios de siempre, el poder de las grandes maquinarias de producción y promoción, corremos el riesgo de encontrarnos de nuevo en el primer párrafo.

Afortunadamente, esta revolución digital ha traído también mucho más protagonismo para los propios lectores, que hacen y comparten su propia selección a través de blogs y redes sociales. Y ellos sí que son bibliodiversos.