Créditos de la imagen priittammets vía VisualHunt.com / CC BY |
Aunque es una información que ha pasado prácticamente inadvertida, o al menos yo no he visto mucha discusión sobre el tema, el mes pasado se presentaron los resultados del Observatorio de la Piratería correspondientes al 2016 (no puedo evitar comentarlo: vaya tela con el nombre).
Estos datos normalmente me los tomo con mucha cautela, porque tanto por cómo se calculan como por las conclusiones que la industria saca de ellos, en mi opinión son tremendistas, exagerados, poco realistas y, lo más importante, poco productivos. Se obtienen, muestran y publicitan con el objetivo de criminalizar y obtener beneficios laterales (cánones y acciones del estilo) que poco sirven para resolver una situación que sí existe, nos preocupa y que de alguna forma tendremos que afrontar: la descarga de contenido de forma no legal. Pero, a lo que iba, resulta que, aunque aún de forma no demasiado significativa, la cantidad de contenido descargado y no comprado ha descendido el año pasado con respecto a 2015 en prácticamente todos los sectores. Concretamente en el del libro un cuatro y poco por ciento.
A mí me parece buena noticia, no solo por el descenso de la mal llamada piratería en sí misma, sino porque podría indicar que por fin estamos empezando a hacer alguna cosa bien, y no solo nos dedicamos a clamar al viento, pedir medidas punitivas y compensaciones económicas, que hasta ahora no habían parecido servir de mucho. ¿Es posible que el aumento del contenido disponible y la mayor oferta y consumo en plataformas de “tarifa plana”, entre otros motivos, tenga algo que ver con ello?
Yo me atrevo a decir que sí, más después de echarle un vistazo a un estudio muy interesante sobre el tipo de persona que descarga contenido ilegal, que aunque no se ha realizado en nuestro país creo que puede ser en cierto modo extrapolable. Según este estudio, los mal llamados piratas son sobre todo hombres, de mediana edad y con ingresos medios-altos. Según ellos mismos declaran en la encuesta si descargan ilegalmente en lugar de comprar es mayoritariamente porque les resulta más fácil, en segundo lugar porque el contenido legal es demasiado caro y en tercero porque no está disponible de forma legal. Y ahí, creo yo, está la clave: pongámoslo fácil, olvidémonos del DRM y trabas de este estilo, de tiendas que piden hasta el NIF para hacer una venta, de universos cerrados y precios astronómicos. Si es más fácil comprar que descargar podemos ganar la batalla.
Estos datos normalmente me los tomo con mucha cautela, porque tanto por cómo se calculan como por las conclusiones que la industria saca de ellos, en mi opinión son tremendistas, exagerados, poco realistas y, lo más importante, poco productivos. Se obtienen, muestran y publicitan con el objetivo de criminalizar y obtener beneficios laterales (cánones y acciones del estilo) que poco sirven para resolver una situación que sí existe, nos preocupa y que de alguna forma tendremos que afrontar: la descarga de contenido de forma no legal. Pero, a lo que iba, resulta que, aunque aún de forma no demasiado significativa, la cantidad de contenido descargado y no comprado ha descendido el año pasado con respecto a 2015 en prácticamente todos los sectores. Concretamente en el del libro un cuatro y poco por ciento.
A mí me parece buena noticia, no solo por el descenso de la mal llamada piratería en sí misma, sino porque podría indicar que por fin estamos empezando a hacer alguna cosa bien, y no solo nos dedicamos a clamar al viento, pedir medidas punitivas y compensaciones económicas, que hasta ahora no habían parecido servir de mucho. ¿Es posible que el aumento del contenido disponible y la mayor oferta y consumo en plataformas de “tarifa plana”, entre otros motivos, tenga algo que ver con ello?
Yo me atrevo a decir que sí, más después de echarle un vistazo a un estudio muy interesante sobre el tipo de persona que descarga contenido ilegal, que aunque no se ha realizado en nuestro país creo que puede ser en cierto modo extrapolable. Según este estudio, los mal llamados piratas son sobre todo hombres, de mediana edad y con ingresos medios-altos. Según ellos mismos declaran en la encuesta si descargan ilegalmente en lugar de comprar es mayoritariamente porque les resulta más fácil, en segundo lugar porque el contenido legal es demasiado caro y en tercero porque no está disponible de forma legal. Y ahí, creo yo, está la clave: pongámoslo fácil, olvidémonos del DRM y trabas de este estilo, de tiendas que piden hasta el NIF para hacer una venta, de universos cerrados y precios astronómicos. Si es más fácil comprar que descargar podemos ganar la batalla.
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