viernes, 19 de septiembre de 2014

Las bibliotecas del futuro: demasiadas incógnitas

Me encantaría dedicar un artículo a hacer vaticinios, a aportar algo de claridad sobre cuál puede ser el futuro de las bibliotecas. Pero me temo que como casi todo el mundo, no tengo más que dudas. A esta sensación hay que sumar una endeble certeza: la de que las decisiones que se tomen "desde arriba" pueden hacer que, digitales o no, las bibliotecas del futuro mantengan más o menos su propósito actual, que no lo hagan, o que desaparezcan. Estoy pensando, reconozco, más en las bibliotecas de ciudades y barrios, que en las de las universidades, institutos tecnológicos u otros centros del saber, de cuyo futuro no tengo dudas. La primera pregunta que me hago es si hay gente interesada en fulminar el modelo actual, las bibliotecas de barrio tal y como las conocemos, basado en el préstamo de libros en papel. El nuevo canon a las bibliotecas públicas, que al parecer no apoya casi nadie, supone, de facto, que las bibliotecas tengan que pagar dos veces por cada libro, al adquirirlo, y esta tasa, que sería mayor cuantos más socios tenga la biblioteca. Bueno, un inciso, algunos como CEDRO no lo apoyan simple y llanamente porque pensaban sacar una mayor tajada de este asunto. Yo considero que es una de esas medidas pan-para-hoy-hambre-para-mañana.

La segunda pregunta se la hace mucha gente: ¿las bibliotecas del futuro serán digitales? En este caso pienso que es una pregunta innnecesaria. La realidad, las necesidades, (y me temo que las decisiones arbitrarias de unos y otros), irán marcando el ritmo de esta hipotética transformación. Si he de mojarme diría que en las bibliotecas "normales", que se nutren de todo tipo de libros, el cambio será lento, con predominio del papel durante muchos años, y la introducción paulatina de las nuevas tecnologías. Mientras que en las librería universitarias, que se nutren de libro técnico, creo, intuyo, que la transformación se irá acelerando, y que se tenderá a trabajar en red, a compartir materiales y conocimiento, y a que haya más espacio para la consulta y el estudio, y menos para el papel. Estos días ha circulado por la red la noticia de la inauguración de una biblioteca (técnica) sin libros. Se ha dicho que es la primera, cuando no lo es, y se ha jugado al despiste con la redacción de las noticias, ya que en algunos casos daba la impresión de que el hecho de que no tuviera libros de debía a un error de Calatrava, que bueno, no es que piense demasiado en los usuarios de los edificios que diseña, pero no creo que llegue hasta ese punto.

No acaban aquí ni las noticias, ni las preguntas. En Xataka nos cuentan una polémica que llega desde Alemania. El Tribunal Europeo de Justicia ha dictaminado que las bibliotecas podrán digitalizar obras sin el permiso de los editores; eso sí, remiten al cumplimiento de las legislaciones locales. Aunque la polémica, aclara el artículo de Xataka, estriba más en el hipotético derecho de copia que en el de consulta: ¿puedes llevarte toda la obra en un pendrive?, ¿puedes imprimirla? Simplemente hay cosas que están pendientes de ser reguladas, como en su momento se reguló qué porcentaje de un libro en papel puedes fotocopiar (ignoro cómo está ahora mismo ese tema).

La cuarta y última pregunta es para mí la más importante. De acuerdo, las bibliotecas van a ser, al menos en parte, digitales, ¿cómo regulamos el derecho a lectura o consulta? En Diario Turing nos hablan de EBiblio, la plataforma que va a gestionar el préstamo de e-books en España. Nos cuentan que va a haber dispositivos que se van a quedar fuera, los Kindle de Amazon, por incompatibilidad del DRM. Nos cuentan que la gestión de la plataforma recae en Libranda, (era bastante previsible). Y sobre todo nos cuentan que hablamos tan solo de 200.000 licencias pagadas, y de 1.500 títulos a disposición de los lectores en formato e-book. El número de libros está claro que es pequeño, y el de las licencias también lo es, si nos paramos a analizar que tienen limitaciones de diversos tipos (20 meses de duración o 28 lecturas cada una de ellas). Yo entiendo que las plataformas y las editoriales busquen rentabilizar su trabajo, en ello estamos todos, pero creo que poner en marcha un sistema de bibliotecas públicas, y que la primera piedra sea cómo rentabilizamos cada lectura, me parece que ya de entrada lastra todo el modelo y el desarrollo, y que nos llevará a un servicio muy deficiente, o a unos costes para mejorar el sistema inasumibles por las administraciones. De nuevo, como en la primera pregunta, pan-para-hoy-hambre-para-mañana.

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