viernes, 21 de diciembre de 2012

El último post del año

A estas alturas del año, entre la vorágine de encuentros y reuniones familiares y profesionales, compras navideñas y demás celebraciones, a una le da por hacer repaso a lo ocurrido en estos doce meses e intentar reflexionar sobre cómo sacarle el mejor provecho a todo lo bueno e intentar mejorar lo que no lo ha sido tanto.

Este que se acaba ha sido un año intenso para sinerrata en particular y la edición digital en general. Parece que ya es aceptado por el común de los editores que el libro electrónico es una realidad, quizá con algo de ayuda de las grandes plataformas de venta online que llegaron a España a finales del año pasado, y cada día nos despertamos con un nuevo avance.

Para nosotros este ha sido una año de ilusión, de mucho trabajo y de continuo aprendizaje. Nuestros tres primeros libros han visto la luz este año, tras no poco esfuerzo por parte de sus maravillosos autores y el inmejorable equipo de colaboradores que hacen que una microeditorial como sinerrata sea posible y aporte las mayores satisfacciones que he tenido nunca, y que vienen, como no podía ser de otra forma, directamente de los lectores. Este proyecto surge por y para ellos y aún no he encontrado mayor alegría que cuando alguien nos dice lo mucho que ha disfrutado leyendo alguno de nuestros libros.

Mi deseo es que el 2013 nos traiga a todos experiencias de las que aprender, buena gente a la que conocer, momentos de felicidad y muchas y gratificantes lecturas.

¡Felices Fiestas!

viernes, 14 de diciembre de 2012

Sobre la creación literaria III: Valentía

Sábato en su taller de pintura

Me enamoro con facilidad, esa es la verdad. Y me enamoro por épocas. He amado locamente a José Saramago, a Oriana Fallaci, a Amos Oz, Alejandra Pizarnik, Emile Zola, Dostoievsky y Juan Rulfo; entre muchos otros. Qué le voy a hacer...así soy. He cometido el pecado de no poder amar a Tolstói sin condiciones. Lo siento. Tampoco conseguí enamorarme de Murakami por más de dos semanas. Mis amores pueden ser muy breves. Hay uno, sin embargo, que retorna a mí de forma cíclica y cada vez con mayor fuerza. Es de Ernesto Sabato (o Sábato, ambas formas son aceptadas) de quien les hablo; escritor argentino, autor de pocas novelas y muchos ensayos sobre la condición humana. Esta vez me ha tocado el alma con Abbadón el exterminador; aún no lo había leído. Entre otras cosas, habla en esta novela sobre el acto de escribir y lo hace a través de uno de sus personajes: Sabato. Dicen que es una novela un tanto autobiográfica. No sé si esto es importante. De todas maneras, lo que quería compartir con ustedes es un párrafo en particular (entre los tantos posibles) en el que dialoga con un tal B. acerca de la debilidad y confusión típica del escritor y le comenta que
“es entonces cuando además del talento o del genio necesitarás de otros atributos espirituales: el coraje para decir tu verdad, la tenacidad para seguir adelante, una curiosa mezcla de fe en lo que tienes que decir y de reiterado descreimiento en tus fuerzas, una combinación de modestia ante los gigantes y de arrogancia ante los imbéciles, una necesidad de afecto y una valentía para estar solo, para rehuir la tentación pero también el peligro de los grupitos, de las galerías de espejos. En esos instantes te ayudará el recuerdo de los que escribieron solos: en un barco, como Melville, en una selva, como Hemingway, en un pueblito como Faulkner. Si estás dispuesto a sufrir, a desgarrarte, a soportar la mezquindad y la malevolencia, la incomprensión y la estupidez, el resentimiento y la infinita soledad, entonces sí, querido B., estás preparado para dar tu testimonio".
No todos escribimos porque creamos que tenemos un testimonio para dar y los motivos de cada uno son tan variados como legítimos; pero todos los que escribimos pasamos por etapas de desasosiego en las que nada de lo que plasmamos, o intentamos, parece correcto. Las palabras no quieren acompañarnos y se nos pierden sin dejar rastro por quién-sabe-qué-dimensiones-desconocidas, o tememos no ser lo suficientemente "buenos" para este oficio. Lo cierto es que para escribir sería recomendable dejar de lado esas clasificaciones de base religiosa que dividen el mundo en cortes artificiales de extremos que sólo nos acarrean culpas y frustraciones (bueno-malo, lindo-feo, blanco-negro). Pero, sin llegar tan lejos, hagamos de cuenta -al menos por ese rato en que por fin nos podemos sentar frente al papel o la computadora- de que somos valientes. Digámonos que somos valientes. Quizá, de tanto intentarlo y de puro tercos, un día cualquiera y sin previo aviso hasta lleguemos a serlo.

Un cordial saludo.
Maia L.B. (Blog: Errante y errata)

lunes, 10 de diciembre de 2012

Mesa para todos

Es imposible que, llegadas estas fechas, nuestras conversaciones no pasen en algún momento por las compras, los regalos y las comidas de Navidad. Pero, ¿y si este año tuviéramos la oportunidad de compartir mesa con 7.000 millones de personas? O mucho mejor, ¿y si pudiéramos, con muy poco esfuerzo, poner comida en la mesa de muchas familias con dificultades para conseguirla? Pues Intermón Oxfam hace esto posible y hoy queremos invitaros a que participéis en esta magnífica iniciativa y os sentéis con nosotros a una mesa llena de esperanza y buena gente. ¡Os estamos esperando!

viernes, 7 de diciembre de 2012

Bibliotecas en la era digital


No cabe duda de que corren vientos de cambio, y que la marea digital es imparable. Los libros ya no (siempre) requieren de un soporte físico y escritores y editoriales empezamos a movernos de otra manera. Lo mismo pasa con las bibliotecas, que podrían llegar, quizás, a quedarse sin "materia prima" con la que "rellenar" sus estanterías.

En este debate que emitieron en La 2 de TVE tomaron parte Iolanda Bethencourt, editora, Javier Leiva, formador y consultor, y Fernando Juárez, Director de la Biblioteca de Muskiz, en Bizkaia, con el que tuvimos la oportunidad de charlar cuando estuvimos en LiburuTEKia.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Sobre la creación literaria II: Desdoblamiento

Escribir nos permite ser lo que no somos, vivir otras vidas a través de ese maravilloso proceso de desdoblamiento básico, imprescindible, que experimentamos cuando narramos una historia o creamos un personaje. El escritor cobra vida dando vida, sufre (y es de los sufrimientos más placentero) de una especie de esquizofrenia provocada artificialmente en la que altera su propia percepción de la realidad para convertirse en "otra cosa" y, muchas veces, en varias a la vez; como en un diálogo, por ejemplo, en el que el autor salta de frase en frase, de un ser a otro, en cuestión de segundos.
Esto le da la posibilidad (¿nos da?) de vivir muchas vidas. Pero, como en la vida misma, se hace necesario también elegir; y aquí radica la dificultad, el conflicto. Jacques Roubaud, escritor y matemático francés nacido en el año 1932, escribió lo siguiente:

“Al avanzar en la prosa me encuentro casi a cada paso la imposibilidad de mantenerla en una línea única, de dirigirla hacia un único sentido. (…) necesito explicar, pararme para traer al hilo de la narración la luz de una aclaración indispensable. (…) Es más (y es algo que está en el corazón de toda historia): no hay ninguna razón para que al abrir un paréntesis y haberme ocupado de ese paréntesis abierto, no me encuentre de nuevo con la necesidad de otro paréntesis interno, que en relación con el primero muestra la misma contradicción entre una obligación de claridad y la incomodidad de una ruptura, que el primer paréntesis había creado dentro del desarrollo del discurso principal; y así continuamente (en teoría hasta el infinito). El discurso puede necesitar ser interrumpido momentáneamente por una razón diferente, quizás fundamental aún, en el camino por el bosque de la prosa. Y llegamos, como un caballero del rey Arturo, a un claro en el bosque. Dos nuevos caminos se nos ofrecen entre los árboles, o tres, o más. ¿Cómo elegir? La naturaleza misma de lo que cuento, igual que su veracidad, anterior a toda intención de contar (“así ha sido”, “así es”, “se lo he dicho”, “así fue”), y, aún más la naturaleza misma de la operación de contar hacen inevitables estos caminos divergentes, estas ramificaciones múltiples en el mapa, estos lugares de duda donde ninguna voz es “la correcta” (Fuente: “Del texto al hipertexto: hacia una epistemología del discurso hipertextual”, de Jean Clément).

Como todo buen texto, también éste puede ser interpretado de varias maneras. Cuando yo lo leí lo primero que pensé fue que esta dificultosa bifurcación explica esa especie de angustia que surge cuando no se sabe cómo seguir, no por falta de ideas sino porque son demasiadas. Es el temor a elegir y equivocarnos. Porque cuando elegimos una y solo una opción estamos, irremediablemente, "perdiendo" las historias restantes, aquellas que hemos descartado, las que no serán contadas; todas esas vidas que jamás podremos vivir.