jueves, 21 de agosto de 2014

Serpiente de verano


La noticia editorial del verano, al menos en el mundo anglosajón y particularmente en Estados Unidos, está siendo la pelea entre Amazon y Hachette. En realidad, más que una serpiente de verano, yo diría que es un culebrón, puesto que algunas de las replicas por ambos bandos parecen más las de un amante despechado que una discusión seria sobre una diferencia de pareceres.

Haciendo un breve y simplificado resumen, Amazon y Hachette tienen un desencuentro sobre las condiciones de su acuerdo comercial, el primero presiona a la editorial dificultando el acceso de los lectores/compradores a sus libros en su supertienda, los autores de Hachette protestan públicamente y Amazon se defiende primero intentando “comprar” a estos autores (ofreciéndoles el 100% de los derechos de autor, que, para empezar, son en parte de Hachette) y más tarde atacando la política de precios de la editorial  (y el reparto de beneficios con los autores, así, de paso). En la siguiente fase de la discusión, un grupo de novecientos autores americanos publica una carta abierta denunciando la agresiva estrategia del gigante de las ventas online y esta vez la respuesta de Amazon resulta ser un poco más pasional: sigue criticando duramente los altos precios que las editoriales ponen a sus libros electrónicos y pide a lectores y autores que escriban directamente al director general de Hachette para solicitar su bajada. Además, en su argumentación utiliza unos más que cuestionables cálculos matemáticos y una cita de George Orwell traída de contexto.

A este lado del Atlántico se sigue la pelea con más atención que comentarios, aunque ha habido quien se ha pronunciado, con argumentos razonables, en una dirección u otra. Yo en este caso coincido más con José Luís Merino que con Enrique Dans, aunque, como decía, encuentro afinidad en ambos razonamientos, pero lo que sí tengo claro es que Amazon no es quien para decidir el precio de ningún producto, sino que este debe estar en manos de quien lo produce y, en última instancia, del consumidor, que lo comprará o no según le parezca bueno (o no). En esta ocasión Amazon juega con la apariencia de estar del lado de los consumidores pero, no nos engañemos, solo está de su propio lado y defiende su propia estrategia comercial y sus beneficios (y esto no es una crítica, es una empresa y es eso lo que debe hacer).

En mi opinión, lo que se juega aquí es la futura hegemonía del gigante en el mercado y esto es lo que me parece realmente peligroso, si se confirma, para editoriales, autores y lectores, si le damos la autoridad como amo del negocio para decidir por nosotros. Afortunadamente, hay otras plataformas de venta de ebooks que aún buscando dar el mejor servicio y precio a los lectores hablan de tú a tú con los editores y también trabajan con y por ellos.

3 comentarios:

  1. No sabía nada de esto. Lo lógico es que si Amazon tiene quejas rompa su acuerdo con la editorial, pero no que diga que vende libros a los que después no da acceso, eso es jugar sucio. Por cierto, me leí El rompecabezas del cabo Holmes, de Carlos Laredo, en vacaciones, me gustó mucho, así que este mes habrá la pertinente reseña en mi blog. Biquiños!

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    1. Gracias por pasarte por aquí, Cris, y por decirnos que te gustó "El rompecabezas del cabo Holmes". Nos alegra mucho saber que lo has disfrutado, ¡esperamos la reseña!

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