jueves, 5 de febrero de 2015

Crónica de una presentación


Foto de @BernatRuiz
Espero que me perdonéis por seguir escribiendo sobre algo en lo que llevamos insistiendo desde hace un par de semanas, pero tras lo que ya han escrito sobre la presentación de El caso de la mano perdida, que tuvo lugar el pasado viernes 30 de enero en la biblioteca La Bòbila, Javier Selin en su blog Susurros, Mónica Gutiérrez en su blog Serendipia y el propio autor, Fernando Roye, en su bitácora Puntos suspensivos, no he podido resistirme a dejaros aquí mis propias impresiones.

Este evento, como ya comentaba en una entrada anterior, era muy importante para nosotros porque no solo era un estreno a nivel presencial (dado nuestro carácter digital, nuestro fuerte son las redes) sino que era la ocasión perfecta para encontrarnos autores, colaboradores, amigos y lectores. Y, por supuesto, no defraudó.

Carlos Laredo, autor de las aventuras del cabo Holmes, nos divirtió mientras presentaba y contaba las innumerables virtudes de El caso de la mano perdida, cuyos detalles nos desgranaría luego el propio Fernando Roye. Todo ante la presencia, entre el numeroso público, de colaboradores de la editorial como Mariana Eguaras y Pablo Barrio (echamos de menos a otros, que no pudieron asistir por motivos varios: Javi de Ríos y Judit Carmona), y blogueros amigos que no solo nos llenaron de felicidad al venir a acompañarnos sino que no dejaron de mostrarnos su cariño y pasión por la lectura y la buena literatura: los ya mencionados Mónica de Serendipia y Selin de Susurros, Cristina de Abrir un libro y Rosa de Mucho más que un libro. No tengo palabras para agradecerles a todos su asistencia.

Para terminar, quería dejaros aquí la idea clave que intenté transmitir en mi breve introducción, antes de dar la palabra a los verdaderos protagonistas de la presentación, Carlos y, sobre todo, Fernando: sinerrata es una modesta editorial digital con el propósito de ofrecer literatura de calidad y la misión de llevarla a los lectores para que lean dónde y cómo quieran. Así, nuestros libros cada vez se pueden encontrar en más sitios: librerías de calle, bibliotecas e incluso ¡en papel!

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