Antes de empezar con esta entrada, quiero aclarar que no pretendo otra cosa que responder a algunos de los argumentos que he podido escuchar en contra de los libros digitales, en las típicas discusiones que los enfrentan con los libros de papel. Lo que desde luego NO es esta entrada es una afirmación de que los ebooks son mejores que los libros impreso o que hay que elegir el formato digital en detrimento del papel. Como siempre digo, lo importante es leer; el qué, el cómo y el cuándo dependen de la persona, el momento, el género y otras cosas más. Pero vamos a por los alegatos:
- Leer en una pantalla no es nada placentero. Y estoy en parte de acuerdo, como tampoco es lo más agradable leer en folios sueltos o si tuviéramos que hacerlo en un rollo de papiro que ir desplegando y girando. Pero leer en formato digital no es, al menos exclusivamente, leer en el ordenador y cuando pruebas un lector electrónico —los hay de todas las marcas, colores y precios— la experiencia cambia totalmente (conozco mucha gente que lee en tableta o incluso en el móvil y cantan las bondades de estos dispositivos, pero yo sigo prefiriendo la tinta electrónica).
- Hay que acordarse de recargar la batería. Muy cierto, pero también hay que hacerlo con el teléfono móvil y no recuerdo haber oído a nadie esgrimir ese argumento para no usarlo. En mi humilde opinión, el resto de ventajas del aparatito (diccionario, capacidad de almacenamiento, portabilidad…) compensan el tener que enchufarlo de vez en cuando.
- Es difícil concentrarse en la lectura y se distrae uno/a con facilidad. Esto puede ocurrir si leemos en una tableta, desde luego (los lectores de tinta electrónica no suelen servir para nada más que para leer), pero también es posible que suceda leyendo un libro de papel con el teléfono al lado (sobre todo si no se han desactivado las notificaciones). Si lo que leemos nos atrapa, no habrá nada que nos pueda distraer, independientemente de cómo lo estemos leyendo.
- No se puede presumir de los libros que tenemos. No, definitivamente no se puede. Sin embargo, ¿no es una maravilla poder llevar contigo un buen trozo de tu biblioteca a un viaje, la cola del banco o el transporte público, sin tener que cargar más que con un pequeño dispositivo? Aunque nadie más pueda ver lo que hay en ella.
Esta no es, al menos para mí, una cuestión de competencia. No se trata de elegir uno de los dos formatos y defenderlo hasta la muerte, olvidando al otro, sino de escoger el que mejor se ajusta a tu estilo de lector y necesidades, lo que puede cambiar con la hora o el día. Lo que sí tengo claro es que todos los argumentos, en una dirección y en otra, son rebatibles y a menudo subjetivos, y que la radicalidad, como en casi todo, no hace ningún favor a esto que nos ocupa, que es básicamente la lectura.
Para presumir de biblioteca yo tengo mi lista de reseñas en el blog ordenadas alfabéticamente, lo cual me hace la vida más fácil al encontrar cualquier cosa. Con la comodidad que me da el lector de tinta electrónica (y yo era reticente al principio) me quedo en papel sólo los libros más preciados y, además, nadie piensa que tengo síndrome de diógenes. Me ha gustado mucho tu artículo. Biquiños!
ResponderEliminarMuchas gracias, Cris, por pasarte por aquí y dejarnos tus impresiones. Yo hago como tú, excepto lo de la biblioteca de reseñas, claro ;-).
EliminarYo me lo compré hace un par de semanas y estoy muy contenta, cada vez que voy en metro lo saco y voy leyendo cosas, te hace la vida mucho más amena
ResponderEliminarPara llevar siempre encima y leer en cualquier parte es ideal, desde luego. ¡Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar!
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