En un muy recomendable artículo en The scholarly kitchen (en inglés) leía hace poco que el mundo de la edición es un negocio de intermediarios. Esta afirmación, con la que estoy de acuerdo, se basa en el hecho de que los libros que las editoriales publican en la mayoría de los casos llegan a su consumidor final, el lector, a través de al menos otro elemento de la red, como la librería.
Con la irrupción de la edición digital y la venta online, este paisaje se ha visto ligeramente alterado y cada vez hay más editoriales que venden directamente al lector, aunque raramente de forma exclusiva. Aunque es cierto que en esta nueva realidad algunos intermediarios están sufriendo cambios importantes, como los distribuidores, estos siguen y seguirán existiendo.
En la misma línea, la semana pasada hablaba con los amigos de Entreescritores.com en su blog sobre la distribución online, y ya afirmaba que en sinerrata seguimos creyendo en el papel fundamental del librero y por eso no contemplamos por ahora la opción de la venta directa. Esto no quiere decir que desdeñemos el contacto directo con los lectores, justo cuando los editores lo tenemos más fácil que nunca para conocer y comunicarnos con ellos; todo lo contrario, es una de nuestras responsabilidades conseguir llevar los libros que publicamos hasta todos ellos, pero estamos convencidos de que es la librería, de calle u online, el lugar natural para encontrarlos. Es cierto que al hacerlo de este modo las editoriales pierden buena parte de control sobre el proceso y que los libros corren el grandísimo riesgo de diluirse en una oferta cada vez más extensa y variada, y es ahí donde cobra especial importancia nuestra labor de comunicación y esa relación especial y cada vez más cercana con los lectores.
Como decía en el artículo que mencionaba en el párrafo anterior, la verdadera marca de una editorial es su catálogo y es fundamental, y esta es nuestra prioridad, ser capaz de darle consistencia, calidad y credibilidad, y mostrarlo de la mejor forma posible a los lectores.
Con la irrupción de la edición digital y la venta online, este paisaje se ha visto ligeramente alterado y cada vez hay más editoriales que venden directamente al lector, aunque raramente de forma exclusiva. Aunque es cierto que en esta nueva realidad algunos intermediarios están sufriendo cambios importantes, como los distribuidores, estos siguen y seguirán existiendo.
En la misma línea, la semana pasada hablaba con los amigos de Entreescritores.com en su blog sobre la distribución online, y ya afirmaba que en sinerrata seguimos creyendo en el papel fundamental del librero y por eso no contemplamos por ahora la opción de la venta directa. Esto no quiere decir que desdeñemos el contacto directo con los lectores, justo cuando los editores lo tenemos más fácil que nunca para conocer y comunicarnos con ellos; todo lo contrario, es una de nuestras responsabilidades conseguir llevar los libros que publicamos hasta todos ellos, pero estamos convencidos de que es la librería, de calle u online, el lugar natural para encontrarlos. Es cierto que al hacerlo de este modo las editoriales pierden buena parte de control sobre el proceso y que los libros corren el grandísimo riesgo de diluirse en una oferta cada vez más extensa y variada, y es ahí donde cobra especial importancia nuestra labor de comunicación y esa relación especial y cada vez más cercana con los lectores.
Como decía en el artículo que mencionaba en el párrafo anterior, la verdadera marca de una editorial es su catálogo y es fundamental, y esta es nuestra prioridad, ser capaz de darle consistencia, calidad y credibilidad, y mostrarlo de la mejor forma posible a los lectores.
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