"Lo observé cebar el mate para él y prepararme el café atendiendo sus movimientos confiados, característicos de quien realiza una tarea que ha efectuado con anterioridad infinidad de veces. Toda su concentración estaba ahora puesta en ese pequeño y significativo acto. Sentí envidia; yo también quería ser capaz de neutralizar todo pensamiento que no tuviese relación al acto inmediato que me ocupara a cada instante, tener esa especie de posibilidad a la nada, a ese cajón vacío con el que cuentan los hombres cuando dicen, aseguran, no estar pensando en nada pues están ocupados en hacer otra cosa; como cebar un mate, por ejemplo. Entonces mis problemas estarían resueltos: bastaría con mantenerme ocupada de la mañana a la noche hasta el agotamiento. Pero eso no funcionaba para mí, como no funciona para la gran mayoría de las mujeres que conocí a lo largo de mi vida. Mi atención se encuentra generalmente disociada y es capaz de convivir a un mismo tiempo, distribuida entre la tierra, el cielo y el infierno, el pasado, el presente y el futuro.
El presente, el instante mismo en que un hecho ocurre, el hecho en sí, se escabulle entre los pronósticos meteorológicos del día siguiente y las preocupaciones por el hijo de la prima de la nieta de mi vecina que se encuentra con problemas de drogadicción. Otras veces, cuando no tengo nada por lo que amargarme, me pregunto por qué he vivido siempre a destiempo. Siempre ha sido así y lo seguirá siendo. Pero en esos tiempos, entonces, ese día en que Ezequiel cebaba el mate y preparaba el café, mis pensamientos volvían siempre sobre lo mismo: lo que hubiese podido ser y nunca fui. En ese maremoto de ideas postergaba el cambio, la necesidad de hacer algo al respecto. En el presente, ese presente que es ahora pasado, era la vida que no era; era la insulsa realidad llena de miserias y preguntas que evitaba y escondía, día tras día, bajo mil excusas."
Maia Losch es autora de la novela Allí donde el viento espera, publicada recientemente por editorial Sinerrata. Escribe en Errante y errata y se encuentra en facebook y en Twitter.
Qué buena multi-reflexión sobre uno y el monólogo interior...Es verdad que tenemos varios canales internos de parla simultánea (parla que te parla), y muchas veces yo escucho a más de uno al mismo tiempo, aunque también esté haciendo un mate o un café sin poder concentrarme en la acción...Dicen que las disciplinas orientales, como el yoga, entrenan para vivir en el presente, entre otras cosas, conteniendo la mente que salta de una cosa a la otra... Tal vez nos haría falta un entrenamiento así para no pensar en el pronóstico metereológico y en tantas cosas más al mismo tiempo. No sé si la multi-monólogo interior es más de mujeres pero seguro que está muy bien relatado en este fragmento
ResponderEliminarIsabel Garin
sembrandoelviento.blogspot.com.ar/
Isabel,
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Dicen que un buen comienzo, es como que asegura..lo que viene
ResponderEliminarY sospecho que debe ser así en tu novela.
Te recuerdo con afecto.Fuiste muy generosa.Lamento no contar con tu amistad, son cosas que no se de qué depende.Pero te deseo que lo mejor o aquello que consideras lo mejor, esté presente en tu vida..Tal vez pueda leer todo el libro..nunca digo nunca............Suerte y cariños
jorge..
Jorge,
EliminarNo sé si haya algo que pueda asegurar nada pero tú sabes que hace años que este es mi camino.
Muchas gracias por tu comentario y también yo te deseo lo mejor y muchísima salud.
Un gran abrazo.