jueves, 1 de octubre de 2015

La distribución digital para una pequeña editorial

Parece que fue ayer, sobre todo porque muchos debates siguen estando abiertos y se repiten periódicamente, cuando empezamos a hablar sobre la edición digital y los cambios que introducía en la cadena del libro, hace ya unos cuantos años, y uno de los elementos que sufrieron los primeros ataques fueron las distribuidoras.

Es muy cierto que el trabajo de las distribuidoras tradicionales está vinculado principalmente al transporte de los libros desde la editorial a las librerías y vuelta, con las devoluciones, y ese transporte simplemente no existe en el caso de la edición digital, donde lo que tenemos es un envío electrónico de archivos a las distintas plataformas y puntos de venta online.

Tampoco ayudó la llegada de Libranda, un monstruo (lo siento, es la primera palabra que me ha venido a la mente) creado por los principales grupos editoriales con un mensaje, no tan subliminal, monopolista y un tanto prepotente. [Muy interesante a este respecto el artículo que publicó José Antonio Millán en su blog ante la noticia de su desembarco, especialmente los comentarios (artículo que recupero gracias a la entrada de Mariana Eguaras también mencionada un poco más abajo en este texto)]. En este punto, muchos (incluida yo misma) vimos la distribución digital como un mero calco de su equivalente para el libro impreso, que poco aportaba en un mundo digital y sin embargo pretendía quedarse con una parte del pastel. A modo informativo, en esta entrada de Mariana Eguaras en su excelente blog, se muestra el reparto de porcentajes del libro digital (en contraposición al impreso) y lo que suelen cargar las distribuidoras.

Ha pasado ya algún tiempo y las distribuidoras digitales siguen sin ser un elemento imprescindible en este nuevo (o ya no tanto) paradigma. Hay una buena cantidad de autores que se encargan ellos mismos de la distribución, como parte de la autopublicación, como también hacen algunas pequeñas e incluso medianas editoriales. Nosotros, sin ir más lejos, empezamos trabajando directamente con casi todas las librerías digitales. Sin embargo, una vez que los procesos y ciclos digitales se han asentado y cada agente ha ido encontrando su sitio, las distribuidoras digitales, o al menos algunas, están sabiendo aportar valor a la cadena y convertirse en un elemento fundamental para las editoriales que, como sinerrata, no tienen un catálogo muy extenso ni grandes recursos.

En este mundo digital donde cada vez hay más libros y más dificultades para conseguir visibilidad (como ya comentábamos aquí hace algún tiempo), es verdaderamente importante la relación con el punto de venta y conseguir entrar en sus promociones y eventos destacados, y eso, para pequeños editores como nosotros, prácticamente solo es posible gracias un intermediario fuerte que no solo lleve nuestros libros allí donde tienen que estar, sino que además los presente, los promocione y los defienda. En realidad, prácticamente lo mismo que hacen las buenas distribuidoras de papel pero que ha tardado un poco más en llegar al mundo digital.

2 comentarios:

  1. No tenía ni idea de que existiesen distribuidoras digitales, pero lo que más me sorprende es que puedan hacer una labor tan importante, sin duda es algo a tener en cuenta. Me he quedado francamente sorprendida, algo que creía ya imposible en esto del mundo editorial. Biquiños!

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    1. Como decía en la entrada, las distribuidoras ya no son un elemento imprescindible en el mundo digital pero desde luego para nosotros, que somos pequeñitos, son de muchísima ayuda. Si son buenas y aportan ese valor añadido del que hablaba, claro. ¡Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar, Cris!

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