Este año, por diversos motivos que ahora no vienen a cuento, no he podido asistir a Liber. Tras leer las crónicas de Manuel Gil y Bernat Ruiz, me quedo con la sensación de que no me he perdido demasiado, pero lo cierto es que me hubiera gustado ver amigos y colegas (o amigos-colegas) y haber escuchado alguna que otra charla que prometía ser interesante. Una de ellas es una mesa redonda sobre el impacto del mercado único digital europeo en el modelo de negocio del sector editorial, de la que hacen una previa en la web cultural Dosdoce.com.
Puede sonar contradictorio, por innecesario, que en un escenario digital en el que todo parece estar a nuestro alcance, la Unión Europea se plantee tomar una serie de medidas para potenciar un mercado digital europeo. Al fin y al cabo, a golpe de click podemos comprar casi cualquier cosa de cualquier parte del planeta, ¿o no?
Sí y no, o sí pero con limitaciones, ya que hay una serie de aspectos que no nos lo pone tan fácil o que hace que nuestros derechos como consumidores no sean respetados de la misma manera que en el mercado físico, ya regulado en ese sentido desde hace tiempo.
Obviamente, este proyecto de la Comisión Europea tiene en su punto de mira todo el ámbito del mercado digital e incluye todo tipo de bienes y servicios, pero dejadme que arrime el ascua a mi sardina y me centre en la parte que le toca al libro electrónico. Desde mi punto de vista, los aspectos específicos que habría que considerar en cuanto a los libros digitales son los siguientes (la lista no pretende ser exhaustiva y el orden es absolutamente arbitrario):
- Copyright. En un ámbito más general, no solo en el digital, sería interesante unificar la legislación en cuanto a los derechos de autor en todos los países europeos, de forma que todos los editores nos ubiquemos en un mismo marco legal.
- DRM. Aunque parece que los sistemas de protección de los libros electrónicos van derivando hacia versiones menos rígidas y más amables para los usuarios-lectores, en mi opinión es imprescindible renunciar de forma global a cualquier método que limite el uso de los ebooks por quienes los compran.
- Formatos. El uso generalizado de un formato estándar y abierto para los libros digitales es el camino a seguir en este mercado común. Considero fundamental que cualquier ebook comprado en cualquier tienda digital pueda ser leído en cualquier aplicación y dispositivo.
- Impuestos. No me voy a repetir ahora con la necesidad de igualar el IVA de los libros digitales a los impresos, pero además, este impuesto debería ser el mismo en todos los países y así nos evitaríamos fugas de impuestos y competencias no del todo leales.
- Bloqueo geográfico. En un mercado global como el digital cada vez tiene menos sentido la limitación geográfica en los contratos de cesión de derechos de autor, que tanto editores como autores y agentes literarios deberíamos trabajar para eliminar definitivamente.
Todo esto sería un gran empuje para la Unión Europea, sus empresas digitales y sus ciudadanos, pero además, volviendo a nuestro sector, creo que podría proporcionar una posición de ventaja a los editores frente a las plataformas digitales con un ecosistema cerrado al unificar formatos, impuestos, condiciones, etc.
Aunque el mercado evoluciona solo, se agradecerían ayudas estatales eliminando determinadas barreras. Por ejemplo, el IVA del 21% que pagan mis sectores y que bajó la ventas un 14% en menos de una semana.
ResponderEliminarExactamente, Marcos, ese es uno de los aspecto que definitivamente necesita ser revisado y mejorado. Muchas gracias por pasarte por aquí comentar.
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